04-05-2007

¿Eh?


Columnista invitado: (Heladio 3). Este conchesumare es todo un loco, pero un loco lindo.



Año 2008, se acaba de descubrir la vacuna contra la diarrea.

Todavía seguimos bajo la influencia de un gobierno ciudadano. La presidenta dice – ustedes tienen que decirme lo que tengo que hacer-.

Ernesto no había acabado de terminar su desayuno cuando vio una pequeña casa flotando a su alrededor. Le pareció tan especial que decidió inmediatamente habitarla. No obstante, el proceso fue largo y complejo, la casa bonita no era tan atractiva como parecía. La puerta era verde, pero al acercarse a menos de 5 metros de distancia cambiaba su color a un gris medio púrpura. Al llevar los mubles de su antigua morada a la nueva, se dio cuenta que no había un orificio lo bastante grande como para hacer pasar ni siquiera un sillón; resultado, una patada en la puerta y un par de martillazos en las bisagras agrandaron, lo que no pudo ser por la razón, un espacio mental en la cabeza de la casa.

Una vez solucionado el problema de la entrada, Ernesto, tuvo que enfrentarse a un nuevo reto – no había espacio suficiente para todos sus muebles o “furniture”-. El pobre Ernesto ya casi había maldecido la hora en que aquella casa había pasado volando sobre su cabeza frágil. (Este último término puede resultar un tanto forzado, pero nuestra lengua es así, sustantivo y luego adjetivo. Ahora, que a algún concha de su madre, con tono amigable por su puesto, se le ocurra volarse con el idioma es otra cosa. Lo cual no es para nada reprochable).

Ernesto, Ernesto, Ernesto… decía la casa a……. Ernesto, obviamente. Para qué me has decido habitar si ni siquiera conocías mi interior. Has decidido traer todas tus cosas a mí pero no son compatibles con mi espacio, incluso tuviste que romper parte de mi ser para poder acomodar tu mundo al mío. Ahora no sabes qué hacer con tantas cosas y tan poco cerebro. Ahora me queda sólo una cosa por hacer; poner todos mis miedos y problemas dentro de ti, porque ya me has abierto un gran agujero y no creo poder compatibilizar temores con materialidad.

Ernesto se quedó pensativo. Vio pasar muchas casas, pero ninguna le pareció tan atractiva como ésta. Miro hacia el suelo y luego hacia arriba. Pensó, tomó aire y después de un momento exhaló. Finalmente abrió la boca y, cuenta la leyenda, salieron de su boca unas letras que formaron la siguiente frase: - espérate a que hagamos el amor-.


5 comentarios:

Anónimo dijo...

Wuauuu!

Quien escribió esto?
De donde lo sacaste?

Hace tiempo que unas letras no me gustaban tanto.
Agradable experiencia entrar aquí y leer esto.

Te extraño, sabes...
Soy feliz, casi muy feliz...

Mmmmm
Creo que hoy es un día más nostálgico que ayer. Y soy feliz también por eso.

Y por esto.

Te kiero mucho. Menos que antes. Pero siempre más que mucho.

=D

=*

=P

=]

;)

DRU dijo...

Como dije al comienzo, es de un columnista invitado: Heladio 3 (más conocido como carlos) pero probablemente no lo conozcas tú... En fin, es del.

Chavezónico dijo...

si lo debe conocer. de tu cumpleaños

DRU dijo...

cierto

Less dijo...

Si lo conozco y he quedado completamente encantada!