Memorias rojas
Era yo un infante, sin ideales ni colores, contaba con tiernos 5 años y lo siguiente es el único recuerdo que tengo de esas edades.
A un metro y
El punto es que salir de ahí debe haber sido un cacho, la gente iba en las micros colgando y mucha más gente iba en el techo, me acuerdo que subían por esas escaleritas que tenían las micros antes en la parte de atrás, al lado de los respectivos nombres picarescos que le daban ese aire tan chileno a nuestro antiguo sistema de locomoción colectiva.
Una vez en la micro, y no se como, pero sentado al lado de la ventana, saqué mi humilde banderita nacional para que flameara al lado del resto de las banderas que se asomaban desde otros asientos, me sentía feliz como perdís, patriota a extremos nunca explorados ni antes ni después de ese día. De pronto, todo se fue a las pailas, tres tirones de algún pelafustán, contra los que no pude pelear, se llevaron mi banderita hacia el techo, el lumpen triunfaba otra vez sobre la manifestación ciudadana libre y democrática. Lloré como por 10 minutos en la micro hasta que una señora gorda y su acompañante, otra señora gorda pero más vieja, le compraron un helado a un vendedor que subió, era de naranja, de esos con 2 palitos.
Ese fue el día en que perdí la confianza en los políticos.
2 comentarios:
Bonita historia, la conocía, pero me es muy familiar a la narrativa de Rodrigo Rojas.
Punto aparte, esta historia deja en claro que desde chico fuiste un nerd que te dejabas pasar a llevar.
uhhhhhhhh!!!
Que agresor chavez!
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