08-05-2007

Memorias rojas



Era yo un infante, sin ideales ni colores, contaba con tiernos 5 años y lo siguiente es el único recuerdo que tengo de esas edades.

A un metro y 30 centímetros del suelo, mis ojos no pasaban de culos y espaldas que también intentaban ver el escenario en pleno parque O'higgins. No recuerdo quién animaba, en realidad no me acuerdo de casi ningún artista de los que estuvieron esa tarde, pero supongo, y es más, estoy seguro, algunos eran los mismos que este año vi en las semanas mechonas, léase Sol y Lluvia y Los Jaivas. Más otros del estilo under canto nuevo: Santiago del nuevo extremo, Quilapallún, Inti...en fin, sólo recuerdo haber visto a Florcita motuda, mientras me encaramaba en los hombros de mi papá. También recuerdo que en ese momento me impresionó la cantidad de gente que había, eran como 52 mil 800 millones de personas, aun que igual yo era chico, pueden haber sido menos.

El punto es que salir de ahí debe haber sido un cacho, la gente iba en las micros colgando y mucha más gente iba en el techo, me acuerdo que subían por esas escaleritas que tenían las micros antes en la parte de atrás, al lado de los respectivos nombres picarescos que le daban ese aire tan chileno a nuestro antiguo sistema de locomoción colectiva.

Una vez en la micro, y no se como, pero sentado al lado de la ventana, saqué mi humilde banderita nacional para que flameara al lado del resto de las banderas que se asomaban desde otros asientos, me sentía feliz como perdís, patriota a extremos nunca explorados ni antes ni después de ese día. De pronto, todo se fue a las pailas, tres tirones de algún pelafustán, contra los que no pude pelear, se llevaron mi banderita hacia el techo, el lumpen triunfaba otra vez sobre la manifestación ciudadana libre y democrática. Lloré como por 10 minutos en la micro hasta que una señora gorda y su acompañante, otra señora gorda pero más vieja, le compraron un helado a un vendedor que subió, era de naranja, de esos con 2 palitos.

Ese fue el día en que perdí la confianza en los políticos.

2 comentarios:

Chavezónico dijo...

Bonita historia, la conocía, pero me es muy familiar a la narrativa de Rodrigo Rojas.

Punto aparte, esta historia deja en claro que desde chico fuiste un nerd que te dejabas pasar a llevar.

Less dijo...

uhhhhhhhh!!!
Que agresor chavez!